Comentario
En 1503 Cartagena, señorío de los Fajardo desde 1464, es incorporada a la Corona por Isabel la Católica. La importancia de su puerto ha atraído la atención de la Monarquía, que decide convertirlo en una base estratégica para su política expansiva en el Mediterráneo occidental. En medio de una coyuntura muy favorable, la ciudad crece y se extiende, casi indefensa, más allá de sus muros medievales. Pronto se levantarán voces que piden nuevas fortificaciones para protegerla.
De vuelta de la desgraciada Jornada de Argel (octubre-noviembre de 1541) Carlos V arriba a Cartagena y, a la vista de la situación de la ciudad, decide dar el impulso definitivo a la construcción de una nueva muralla. Tras la consulta a los consejos de Estado y de Guerra, se encarga la dirección de los trabajos al primer proveedor de Armadas y Fronteras en la ciudad, Sebastián Clavijo, dean de la catedral con amplia experiencia constructiva. La nueva muralla, cuyas obras se alargaron hasta 1545, cierra la ciudad sobre el cerro del Molinete, donde hoy pueden verse sus restos. En ella es más patente la tradición medieval que las nuevas tendencias basadas en la arquitectura abaluartada poligonal, cada vez más empleada.
El documento que hoy presentamos es una página de la relación y cuenta de los que trabajaron en las obras, con los pagos efectuados el 31 de marzo y el 1 de abril de 1544 a proveedores de materiales.