Durante la década en que la revista, Cartagena Histórica, estuvo publicándose se convirtió en el eje vertebrador de la historia de la ciudad y fue considerada por los expertos en la materia como, el mayor proyecto de historiografía local que se había conocido en España.
Un vehículo capaz de desarrollar la labor propia que en otras ciudades con Universidad de Humanidades despliegan las Facultades de Historia o los centros de investigación oficiales con la aportación económica de la administración correspondiente, pero que en el caso de “Cartagena Histórica” fue casi totalmente financiada con recursos propios del propio editor, Ángel Márquez, aumentando con ello todavía más el valor de este hombre, que no dudo en exponer su propio patrimonio al servicio de este proyecto: la ciudad de Cartagena y su historia han adquirido con el tiempo una deuda con él que de alguna manera se debería reconocer.
Y una manera de hacerlo es continuar publicando esta revista, ahora con un formato digital y bajo la tutela institucional del Archivo Municipal de Cartagena.
Bajo las mismas premisas marcadas por la anterior linea editorial esta nueva etapa de “Cartagena Histórica” quiere ser una continuidad en cuanto a la presentación y el punto de equilibrio entre los temas y enfoques más populares y la calidad historiográfica.
Buscando ser una plataforma abierta de encuentro para escritores e investigadores en donde se puedan dar a conocer los resultados de sus trabajos, sin despreciar ningún tema y acontecimientos que han marcado especialmente la historia de Cartagena.
Tras el lógico paréntesis que supuso la desaparición de Ángel Márquez y de la Editorial Aglaya, esta nueva etapa de Cartagena Histórica, que ahora se inicia desde esta WEB del Archivo Municipal de Cartagena, quiere aunar todo lo publicado anteriormente, ahora en formato digital, con las nuevas aportaciones en forma de artículos inéditos que tanto demandan investigadores, historiadores y seguidores de la historia de nuestra ciudad.
En la revista se podrán publicar todo tipo de trabajos referidos a la Historia de Cartagena y su Comarca;
En función de todos estos pasos, el consejo asesor editorial de Cartagena Histórica elegirá aquellos artículos que más se ajusten a los criterios para publicarlos en la revista. En caso de recibir muchos artículos y solicitudes, el equipo de la revista buscará la forma de dar salidas a los artículos, de manera equitativa en busca de la mayor diversificación de temas y autores.
La Sociedad Española de Construcción Naval (SECN) fue una empresa surgida tras un proceso de privatización y modernización de los arsenales y estuvo activa en Cartagena con esa denominación entre 1909 y 1939. Esos 30 años son un capítulo especial de una trayectoria de construcción naval continuada en los siglos XVIII, XIX, XX y XXI. Bajo las siglas de la SECN se produjeron un total de 70 barcos en Cartagena, 12 de ellos submarinos, siendo prácticamente la única fábrica que construía (y aún construye) ese tipo de barcos en España. Su implantación supuso un enorme avance tecnológico del que se aprovecharían las posteriores denominaciones de la empresa: El Consejo Ordenador de Construcciones Navales Militares (1940-1947); la Empresa Nacional Bazán (1947-2000); Izar (2000-2005); y desde 2005 hasta nuestros días, Navantia.
En esas tres décadas se produjo una transformación absoluta de la construcción naval en métodos, productos, organización industrial, volumen fabril y también en las relaciones laborales. En ese periodo la construcción naval se transfiere a una empresa privada que se pone en manos de capital y dirección técnica británica. El aterrizaje del personal de la Vickers inglesa va a cambiar por completo la manera de trabajar y de producir barcos y submarinos, superando el anticuado marco de la construcción naval de los arsenales borbónicos y poniendo a nuestro astillero al día y en línea con la revolución industrial. Ello tendrá repercusiones también en las relaciones laborales. Ese ecosistema hiper capitalista acabará por ocasionar la reacción de un cada vez más maduro movimiento obrero que en todo el mundo industrializado está en un momento de efervescencia total.
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Melchor nació en el 2 de mayo de 1900 en el Estrecho de Fuente Álamo, pedanía del campo de Cartagena. Hijo de María Concepción Hernández Peñalver, nacida en el Estrecho, y de Manuel Amate Pérez, natural de Bentarique, localidad de la Alpujarra almeriense, se trasladó a trabajar a las minas de La Unión como vigilante nocturno en el descargador, saltando el amor entre humo y mineral. Una vez casados regresaron al Estrecho a dar a luz a su hijo primogénito, y a los pocos meses, volvieron a La Unión, viviendo en 1910, en el nº 90 en la calle Extramuros, desde donde se trasladaron las cuatro hermanas, Melchor y sus padres en 1918, a la calle Yeseros nº 19 de Cartagena, para continuar en la descarga de mineral en el puerto padre e hijo.
Para poder entender lo que sucedió en Marruecos desde comienzo del siglo XX, hasta 1927, debemos leer someramente los acuerdos internacionales y campañas desde 1909 hasta el fin de la mal llamada Guerra del Rif, los cuales fueron sucesivos enfrentamientos de las cabilas de las diferentes zonas y las tropas españolas.
Sin comentar la única Guerra entre Marruecos y España en el siglo XIX (1859 y 1860), ni la campaña de Margallo de 1893 y 1894, donde por primera vez combatió el Regimiento Vizcaya nº 51, comienzo resumiendo la Conferencia de Algeciras y los Acuerdos de Cartagena.
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Este trabajo ofrece una visión novedosa sobre un aspecto hasta ahora desconocido de la Guerra Civil Española, destacando la presencia y participación de voluntarios británicos a bordo de los buques de la Flota Republicana y su estancia en la Base Naval de Cartagena.
La investigación de Fuller arroja luz sobre la contribución de estos voluntarios extranjeros, explorando sus motivaciones, experiencias y el impacto que tuvieron en la lucha republicana. Este artículo, fruto de un meticuloso trabajo de archivo y entrevistas, se convierte en un valioso aporte para la historiografía de la Guerra Civil Española y, en particular, para la historia local de Cartagena.
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Bajo el título Rutas culturales del Mediterráneo Antiguo: de Biblos a Cartagena, se está preparando desde diversas instituciones y el impulso de la Fundación Ars Civilis (que preside la profesora Cristina Gutiérrez Cortines) una propuesta transnacional para incluir con el concurso de otras ciudades europeas a Cartagena en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. Según la UNESCO…una ruta patrimonial se compone de elementos tangibles, cuyo significado cultural procede de intercambios y de un diálogo multidimensional entre países o regiones, que muestra la interacción del movimiento a lo largo de la ruta, en el espacio y en el tiempo…
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Nos encontramos ante un hecho histórico de enorme transcendencia en la historia de España, el de su propio origen, el nacimiento de una nación en la que intervienen tres aspectos fundamentales en donde el protagonismo de la ciudad de Cartagena es esencialmente relevante; el asesinato en Constantinopla de su Arzobispo Liciniano, la destrucción de la propia ciudad por parte de Suintila y la falsificación del Decreto de Gundemaro para dar legalidad al traslado de la sede primada y metropolitana de la iglesia católica de España desde Cartagena a Toledo donde reside hoy día desde el año 602.
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Todo ello, permite plantear la identificación de la ciudad de Tudmir con Cartagena, confirmando la pervivencia y mantenimiento de la división administrativa de la provincia Carthaginense más allá del siglo VII. Se hace necesario pues, realizar estudios filológicos e históricos más profundos sobre el origen del nombre Tudmir, así como realizar una extensa revisión de las fuentes históricas y documentales donde se menciona a Tudmir desde la perspectiva de continuidad del territorio y capitalidad carthaginense, prestando especial atención a las referencias que sitúan a la ciudad de Tudmir en un entorno litoral y como puerto relevante.
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Se trata de un minucioso trabajo de investigación histórica realizado por Pedro J. Martínez Hortelano, alguien muy involucrado en la historia del castizo barrio de Los Mateos y que, tras un concienzudo análisis de textos, planos y fotografías ha elaborado una revisión de la datación e historia de los denominados “Molinos de los Mateos”.
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El presente articulo que ilustra este nº 3 esta escrito por el Historiador y Arqueólogo, Diego Ortiz Martínez un especialista acreditado en todo lo referido a los escultores y sus obras en Cartagena, en este caso sobre los monumentos y mausoleo que sobre este ilustre cartagenero se proyectaron y
se realizaron en su ciudad natal y que hoy presentamos en esta revista del Archivo Municipal de Cartagena.
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