Situación política
El crecimiento de Cartagena se ve truncado a mediados del siglo XVII por una serie de circunstancias negativas (guerras, epidemias, impuestos excesivos) que vienen a sumarse a las ya existentes, como las correrías de los corsarios norteafricanos o la endémica sequía.
Las constantes guerras de este período provocan una amenaza casi permanente sobre Cartagena, que se manifiesta especialmente peligrosa en los años cuarenta y en las últimas décadas del siglo, con flotas francesas merodeando por las proximidades, que dieron lugar a varias batallas navales y un intento de desembarco en 1643.
En 1668 queda instalada permanentemente en el puerto una escuadra de
galeras y se nombra un
gobernador de las armas como máxima autoridad militar. La proliferación de jurisdicciones civiles y militares complicará extraordinariamente la vida de las autoridades cartageneras durante estos años.
Expediente de la obra de reedificación de la muralla que está a espaldas de la cárcel real.
1631, Octubre, 26. Real Provisión de Felipe IV a la Ciudad de Cartagena, por la toma de un bergantín que se apresó en la Isla Grosa con veinticinco moros.
Urbanismo y entorno
Durante estos años, y sobre todo a lo largo de la segunda mitad del siglo XVII, se producen importantes cambios en el paisaje rural, al acabar de roturarse casi todo el campo y empezar a cultivarse incluso las laderas de algunos montes.
Ello provoca la reducción drástica de los recursos forestales y de los pastos, pero permite abastecer mejor a la ciudad de cereales y otros alimentos. Simultáneamente el campo se puebla con la gente expulsada de la ciudad por la crisis económica y animada por el descenso de la presión corsaria sobre la costa, surgiendo nuevos núcleos de población rural como San Antón, en la zona de la huerta, entorno a una ermita dedicada a San Antonio abad.
En el casco urbano, mientras tanto, se edifica, a partir de 1670, casi toda la explanada comprendida entre el flanco oriental de la muralla ya inservible y los cerros exteriores.
1621. Respuesta del Concejo de Murcia a carta del de Cartagena, expresando su interés por la reparación de las murallas de esta última ciudad.
Expediente relativo a las inundaciones de 1672.
1695-1699. Expediente de las obras y reparaciones que se deben hacer en el muelle principal, Ayuntamiento, pescadería, carnicería, cárcel pública y murallas.
Población
A partir de 1630, y quizá antes, la población empieza a decaer. Si hasta 1620 aproximadamente, los factores negativos como la inseguridad o el aumento de los impuestos habían podido ser compensados por el crecimiento de la actividad comercial y agrícola, ahora la crisis provocará primero el estancamiento y enseguida el retroceso de la población. Hacia 1640 había en Cartagena y su término unas 6.000 personas, tras la terrible peste de 1648, la población ya muy castigada por la escasez de alimentos y la crisis económica, quedó reducida a la mitad.
En 1676-1677 sufre la ciudad otro contagio de peste, pero ahora las circunstancias son más favorables y los estragos de la enfermedad serán menores. A finales de siglo aumentan los síntomas de recuperación que ya se venían notando desde unos años antes. En 1680 se alcanzan los 9.000 habitantes y en 1700 los 12.000.
En este aumento de la población seguirán teniendo gran importancia los extranjeros, sobre todo los franceses y los italianos que se instalan en la ciudad. Por otra parte, como consecuencia de la decadencia de las actividades urbanas, más de la mitad de los cartageneros viven ahora en el campo, siendo las diputaciones de la Palma y Pozo Estrecho las más densamente pobladas.
1648, Junio, 20. Acta capitular nombrando nuevos cargos sustituyendo a quienes habían muerto por la epidemia de peste.
Economía
La presión fiscal, en constante aumento desde finales del siglo XVI, se hace insoportable durante el período que va de 1628 (guerra de Mantua) a 1648 (paz de Westfalia) y afecta duramente tanto a la agricultura como a la ganadería o la pesca. Pero el más perjudicado será el comercio, sobre el que recaían los impuestos más importantes.
Y al alza de los impuestos se vienen a sumar las dificultades que la guerra (en buena parte responsable de dichos impuestos) impone al comercio y la crisis de las regiones industriales italianas, principales consumidoras de los productos que se exportaban por el puerto. Todas estas circunstancias contribuyeron a que el comercio cartagenero se sumiera en una profunda decadencia a partir de 1620, que alcanza su punto más bajo hacia 1660.
Esta decadencia afectó más duramente, como era de esperar, al comercio marítimo, que deja de tener a Génova como principal referencia. En cuanto al comercio interior, parece que se mantuvo por lo menos una década más antes de decaer. En estas circunstancias, las autoridades cartageneras, encandiladas con la posibilidad de salir de la crisis gracias al riego de sus campos, empeoran aun más la situación, recargando los ya excesivos impuestos para financiar el trasvase de los ríos
Castril y Guardal, que no se llegó a concluir.
1638. Copias de escrituras de censo sobre los propios y rentas de la ciudad por Juan Bautista Prevé para la conducción de las aguas de los ríos Castril y Guardal.
Sociedad
La Cartagena que sale de la crisis de mediados del siglo XVII es una Cartagena distinta de la extrovertida ciudad de principios de siglo. La crisis ha ruralizado y polarizado a la sociedad cartagenera, reduciendo el número de los bien situados y aumentando su poder, mientras se acentúa la pobreza de los desfavorecidos, cuyo descontento da lugar a la aparición en el campo de motines y al aumento del contrabando y del bandolerismo. La clase dominante se ha vuelto también hacia el campo en busca de unos beneficios que el comercio ya no proporciona como antes, y se ha consolidado gracias a la difusión de la hidalguía y a la concentración del patrimonio.
A partir de 1670, esta clase se ve reforzada por algunos títulos de la nobleza militar, que llegan a la ciudad tras la instalación en su puerto de la base de las galeras. Por su parte la Iglesia, ante las nuevas necesidades de la población, reacciona de manera tardía y las actuaciones resultarán insuficientes. Al final de este período llegan nuevas órdenes religiosas (carmelitas y jesuitas) y se levantan iglesias en La Palma y Pozo Estrecho, pero sigue habiendo una sola parroquia y mal atendida en la ciudad.
Por su parte, la clase media ha sufrido por arriba la erosión de los ricos que la abandonan al ennoblecerse y por abajo la de los medianos propietarios de tierras, los pequeños comerciantes y los artesanos que han quedado empobrecidos por la crisis.
1630, Febrero, 2. Cédula Real en razón de las hidalguías que Su Majestad manda que se vendan.